¿Tus hijos/as se niegan a comer verdura? ¿Ven algo verde y salen corriendo? ¿Las comidas en familia son un caos y acaban convirtiéndose en riñas constantes que hacen que nadie disfrute? Si además ves que tus normas en la mesa no se cumplen, y eso te preocupa, aquí tienes 12 trucos que harán que todo mejore.Estoy seguro de que cuando termines de leer este post estarás de acuerdo en que son trucos basados en el sentido común y tendrás prisa por empezar a probarlos. La mayoría de estos trucos sirven para empezar a usarlos con niños de 3 años, hasta adolescentes….y ¡funcionan!.
nº1 – Cuanto más interés pongas, menos pondrán ellos
Hacer que nuestros hijos se coman lo que nosotros queremos que coman, es una de esas pocas cosas que los padres tenemos complicado de conseguir. Los niños lo saben por lo que la cocina se convierte en un territorio en el que ejercer su cuota de poder. En general, cuanto más interés e insistencia vean que pones para que coman algo concreto o más cantidad coman, menos lo harán. En la cocina quieren ser ellos los que mandan. Y cuanto más nerviosa/o estés, más estrés contagiarás y por lo tanto, más resistencia. Por todo esto tengo que empezar recomendando un trabajo previo de los padres para lograr estar tranquilos. Esta es la base fundamental sobre la que aplicar el resto de los trucos de este post.
En las comidas no intentes controlarlo todo, no busques la perfección en todo momento. Y controla tus pensamientos; no te imagines escenarios catastrofistas en los que tus hijos no comerán más que comida basura cuando tengan 25 años. Aprender a comer de todo y hacerlo sin que la mesa parezca una pocilga es algo que se aprende, pero el proceso es largo y no ocurre de un día para otro. Ante todo mucha calma, y a aplicar estos trucos un día detrás de otro.
nº2 – Involúcrales para motivarles
Que los niños participen en la elección de los menús, suele dar buen resultado para reducir las luchas de poder alrededor de la comida. Si ellos mismos son parte de la decisión no lo verán como una imposición caprichosa de los padres.
Reuníos en familia y haced una lista que incluya los platos preferidos de cada uno, incluyendo por supuesto los que los padres creen que no pueden faltar para una dieta equilibrada. Hablad de los ingredientes de cada plato, de su valor nutricional, preparad lista de la compra, y que los niños lleven la lista al supermercado y busque cada uno de estos ingredientes. Si van participando poco a poco en cocinar los platos, el ciclo está completo. Ve adaptando estas ideas a tus posibilidades y tiempos, pero el mensaje que te mando es que a mayor involucración, mayor interés por probar platos nuevos, y mayor aprendizaje sobre nutrición.
nº3 – Esto no es un restaurante
Muchos padres estarán de acuerdo conmigo en que debe haber una misma comida para todos aunque a alguien ese plato no le guste. Pero veo madres y padres que, ante la situación de que a su hijo/a no le guste un plato, le preparan una alternativa a la carta para evitar el sufrimiento que les provoca a ellos mismos ver que su hijo/a se queda sin comer.
Si constantemente damos alternativas a los platos que no gustan a nuestros hijos, no vamos a ser creíbles cuando decimos que hay que comer de todo. Solamente limitando las alternativas daremos oportunidad a que vayan probando platos nuevos.
Si no se hace así, existen casos extremos que conozco como el de los padres que me cuentan que su hijo solo come quesitos. ¡No es broma!
nº4 – Que se sirvan ellos
Da buenos resultados dejar a los niños que sean ellos los que se sirvan en su plato la cantidad que quieran comer. Esto puede funcionar bien a partir de los 4-5 años. La única regla que hay que acordar aquí entre todos es que lo que te sirvas es lo que te vas a comer, y nadie (ni siquiera los padres) se deja nada en el plato. Haciéndolo así estás dando a tu hijo/a la responsabilidad con lo cual estás eliminando la lucha de poder alrededor de la comida.
Para que esto funcione tienes que estar convencido del principio de que el cuerpo humano se autorregula de forma adecuada y que tu hijo va a comer todo lo que necesite su cuerpo. Háblalo con tu pediatra si quieres, que muy probablemente estará de acuerdo. Y además, cuanto menos le presiones y menos interés muestras, más empezará a disfrutar de la comida.
En el colegio de nuestras hijas son los niños los que eligen la cantidad que se sirven de cada plato. Esto evita el desperdicio enorme de comida de los comedores escolares, y pone la responsabilidad en los propios niños. Estoy convencido de que la tendencia en los coles va a ser esta, cada vez más.
nº 5 – Pero hay que probarlo todo
Acordada la regla anterior, hay otra regla que nosotros aplicamos en casa y que tiene mucho sentido. Es obligatorio al menos probar todo lo que hay en la mesa. Si no te gusta, no te sirves, pero hay que probarlo.
La razón detrás es que el gusto se educa y solamente avanzamos si vamos dando la oportunidad a ir probando. Todos recordamos platos que de pequeños nos daban absoluto terror y pánico, y que ahora nos vuelven locos. ¿O acaso te gustó la cerveza o el café la primera vez que los probaste?.
Leía hace meses en mi siempre mitificado National Geographic, sobre cómo el ser humano viene programado para preferir alimentos que nos ayuden a captar calorías de la forma más rápida y eficiente (azúcares y grasas, ¡justo lo que más les gusta a los niños!). Y cómo el amargor de ciertas verduras provoca rechazo cuando no tenemos hábito; es una forma de evitar que nos envenenemos experimentando en la naturaleza. Sin embargo explica cómo el sentido del gusto se educa, algo que los padres tenemos que promover con nuestros hijos desde la primera infancia. Dar a probar nuevos sabores desde muy pequeños, crear las conexiones neuronales en el cerebro que nos nos preparan para disfrutar de diferentes sabores, lo nos va a garantizar una dieta variada en la edad adulta.
Y un último consejo. Que hoy algo no le guste no quiere decir que dentro de 3 meses no le pueda empezar a gustar. No dejes de intentarlo periódicamente con determinados alimentos. Dale siempre más oportunidades. No vale “a María no le gusta la coliflor” para toda la vida.
nº6 – Sin picoteo entre medias…¡lógico!
Pero claro, nada de lo anterior funciona si no tienen hambre. No podemos pretender que un niño se sirva la cantidad que quiera, que lo pruebe todo, y que tenga una dieta equilibrada cuando una hora antes de cenar se ha comido un bollo enorme de chocolate. Puede parecer obvio pero lo cuento porque si hacemos esto el sistema no funciona.
Si tenemos “caprichos” no saludables en casa, y esto genera problemas, no los tengamos. Si tenemos galletas, chocolate o bollería y tus hijos los cogen cuando quieren o a escondidas y esto les quita el hambre, no compres este tipo de comida. O por lo menos explica que no vas a comprarlos durante unas semanas, ya que tu responsabilidad es que tengan una dieta equilibrada y comer esto entre horas, hace que luego no coman lo realmente importante. Cuéntaselo con calma. No es un castigo, es una consecuencia lógica que tiene sentido y ellos entenderán. Vuelve a tener chocolate en casa, cuando las normas funcionen.
nº7 – No usar el postre como premio
Usar el postre como premio era un clásico de nuestras abuelas y todos lo hemos hecho alguna vez. Pero lo ideal es que la motivación por comer de todo venga intrínsecamente por el disfrute de la comida y de los nuevos sabores. Si hacemos mucho foco en lo bueno que está el postre; ej. tarta de merengue (azúcar y grasa) como razón para que coman bien, estamos mandando un mensaje equivocado. Por supuesto que podemos comer una tarta de merengue de manera excepcional, pero este tipo de dieta no puede ser la base de la alimentación de nuestros hijos, ni su motivación para comerselo todo. Por lo tanto el consejo es que no hagas continuamente foco en lo buenos que están los caprichos no saludables. Sé que es una tentación hacerlo para hacernos la vida más fácil a los padres, pero mejor no lo uses.
nº8 – Los niños de África les importan poco
Otro clásico que yo también he hecho es el “chantaje emocional” hablando a mis hijas del hambre en el mundo en el momento que tienen un plato de brócoli delante. Demuestra compromiso concienciar a nuestros hijos sobre el grave problema del hambre y sobre la importancia de una dieta saludable. Pero si lo haces en el momento que tienen el plato de brócoli delante solamente les va a sonar a sermón o a manipulación para que logres tus objetivos respecto a su alimentación.
Ten esas conversaciones en otros momentos, sin tensión ni otros intereses por medio, pero no les sermonees en el momento en el que te estén sacando de quicio, porque está demostrado que lo que logras es poco.
nº9 – Los buenos modales una vez a la semana
Que tus hijos coman con educación en la mesa es otra de las batallas que te toca librar a partir de los 2-3 años. Algo con importancia relativa, puedo estar de acuerdo, pero que les permitirá tener una comida respetando a las personas de su misma mesa, cuando sean mayores.
Es probable que tengas que recordar a tus hijos las normas sobre educación en la mesa a lo largo de toda su infancia y adolescencia. Suele ocurrir. Pero aunque nos acaben haciendo caso, son comentarios que crean rechazo en los niños. Lo que puede acabar pasando es que las comidas se conviertan en una persecución y el ambiente de disfrute puede dejar de existir.
Prueba a elegir un día a la semana en el que la cena sea “la cena de los buenos modales en la mesa”. Que tus hijos se lo tomen como un juego, porque va a servir para aprender a interiorizar los hábitos, con menos resistencia. Como ejemplo, «a ver quién hoy NO»:
- come con las manos;
- mastica con la boca abierta;
- hace ruidos en plan cerdito al beber el agua;
- tira todo alrededor del plato…
Incluso apuntándolo en una lista para hacer competición. Les ayudará a fijarse más. Y el resto de los días de la semana haz los comentarios más excepcionalmente, solamente cuando se estén pasando mucho de la raya.
nº10 – Pepito come fatal
No etiquetar. Esta es una regla que vale para todo en educación y que también aplica a la hora de comer. Si repetimos la frase “Pepito come siempre fatal”, Pepito va a estar convencido de que come fatal, lo va a interiorizar como algo propio de su personalidad y va a repetir siempre este comportamiento que se espera de él.
Otra forma más sutil de etiquetar es repetir constantemente que su hermano “Manuel come siempre FENOMENAL”. Por exclusión, etiquetamos a Pepito.
nº11 – Respetar los horarios de las comidas
Las comidas en familia no funcionan bien si cada uno va llegando a comer en el momento que le da la gana. El momento de inicio tiene importancia y es además una forma de aprender a respetar a los que comparten mesa contigo.
Nosotros en casa fijamos hace tiempo en reunión de familia los horarios de los desayunos y las cenas. Tanto los horarios de inicio, como la hora a partir de la cual alguien no puede unirse a la comida (y se quedaría sin comer). Esto ocurre cuando alguien llega 10 minutos después de la hora de inicio. ¡Incluyendo los mayores!
En este caso es muy importante que seamos rigurosos aplicando la regla porque es la única forma de acabar consiguiendo que se respete… por al que le interese comer ese día, claro. Aquí otra vez tenemos que controlar nuestro impulso de sobreprotección y nuestra preocupación porque nuestro hijo/a se quede ese día sin desayunar.
nº12 – Predica con el ejemplo
Como siempre en educación, aunque no nos demos cuenta, nuestros hijos no nos pierden de vista en ningún momento.
Si tú mismo no comes de todo, tienes una dieta completa y saludable, y no te comportas un poco en la mesa, lo vas a tener el doble de difícil para lograr que ellos lo hagan. Esto es de cajón.
Y ahora te toca a tí
Para cerrar, y antes de que pongas tu nuevo plan en marcha quiero recordarte que:
- Cada comida es una fiesta, una suerte de la que tenemos que estar agradecidos, y por lo tanto tiene que haber siempre espíritu de celebración en familia. Estoy de acuerdo en que es duro pero intenta aparcar el drama y la negatividad y céntrate en crear buen ambiente. Que se respeten estas reglas y consejos es perfectamente compatible con ello.
- Sé muy friki aplicando las normas que vayáis acordando en esta línea. Este es un trabajo de largo plazo e irás logrando cambios con constancia. Pero atenta/o a no desviarte.
- Hablad abiertamente todos de estos temas en reunión de familia para asegurarte que todos estáis en el mismo barco o que al menos todos entendéis la importancia del cambio.
Ánimo, disfruta de comidas más alegres y cuéntanoslo aquí.
Breve repaso a todo lo que hemos hablado:
- Cuanto más interés pongas, menos pondrán ellos.
- Involúcrales en elegir el menú.
- No vale que cada niño coma a la carta.
- Prueba a que se sirvan ellos.
- Pero que lo prueben todo.
- No picotear entre horas.
- No uses el postre como premio.
- Los sermones no sirven de mucho.
- Los buenos modales, una vez a la semana.
- No etiquetar a los que no comen de todo.
- Respetar lo horarios de las comidas.
- ¡Y predica con el ejemplo!
Si te ha gustado este post, anímate a compartirlo en tus redes sociales con los iconos que tienes más abajo. Es muy fácil.
¡Gracias por ayudarme a que más padres conozcan desAprendo!
Me ha gustado mucho! Algunas cosas las hacemos en nuestra casa y otras las haré a partir de ahora.
Gracias!
Eso es Cristina. Siempre haciendo cambios, para mejorar. A por ello.
Descubriendo al máster de desaprendo estoy reaprendiendo a comer con mis hijos.
Me gusta la cena del os buenos modales, esta noche la inuguramos.
Ahora entiendo que les importe un bledo lo que coman o dejen de comer los niños de África!! y tengo que exigirles probar de todo, auqnue sólo sea un poquito.
Esto no es un restaurante!!!
Gracias por enseñarnos!!
Eso es Jaimino. Poco a poco, educando el gusto. Mismo proceso que seguimos nosotros en su día.